Durante toda mi carrera he compartido vivencias con diferentes tipos de profesionales: profesores de yoga, de pilates, de baile, fisioterapeutas, profesores de musculación, de zumba, etc, etc.
Como en todas partes vas a encontrar jefes y compañeros maravillosos y otros realmente tóxicos, e incluso menos profesionales de lo que aparentan.
En mi caso, cuando mejor he evolucionado en mi trabajo, es cuando tanto mi jefe, como yo misma (pues ahora soy mi propia jefa) he confiado en mi profesionalidad, criterio e intuición. Nunca he sido una profesional competitiva con mis compañeros, todo lo contrario; solo miro por mis alumnos, ellos son mis clientes, mis pacientes, y las personas a las que tengo que supervisar, contentar y atender como se merecen.
Recuerdo haberme cruzado con jefes que me han llegado a “obligar” a utilizar palabras específicas en mi clase de pilates: “No digas piernas en table top, di piernas en escuadra” o “No dirijas la respiración que se lían”. Incluso faltas de respeto como: “Tú sabrás mucho de yoga pero yo en pilates gano” y yo pensando “¡Oh dios mío, estoy en una competición y nadie me lo dijo!”.
Cruzarme con otro individuo que regentaba otro centro de pilates, profesor de educación física, que obligaba a todos los clientes a pasar por una especie de cursillo previo en el que se enseñaban las bases del pilates, y luego al ir a dar una clase particular a una de sus alumnas descubrir que en esas clases previas no se le enseñó lo que es una pelvis neutra.
También he llegado a conocer profesoras que al llegar una alumna a su clase y decirle que le duele mucho el cuello, o que se han hecho daño fuera de clase, las mandan a casa a descansar. No estoy diciendo que esto esté mal, pero si tienes los conocimientos suficientes sabrás modificar los ejercicios o indicarle otros para que pueda mejorar su dolencia o trabajar otra zona; ¡como si le tengo que sentar en una silla a respirar! Pero que esa persona no sienta, bajo ningún concepto, que me va a suponer una carga durante la clase porque tengo más alumnas y a ella la tengo que vigilar más. ¡Es nuestro trabajo! ¡Ayudar! Hay profesoras tan estresadas que incluso las he visto criticar la “dejadez” de sus alumnos, alegando que ellas están muy cansadas y que los alumnos vienen y están despistados y tiene que estar el doble de pendiente de ellos. Vuelvo a decir lo mismo ¡es tu trabajo! Todos tenemos derecho a estar cansados y estresarnos, pero tus alumnos no tienen la culpa, porque de hecho van a tus clases a motivarse o a relajarse.
He llegado a ver a profesoras riéndose de alguna alumna a sus espaldas, sabiendo que esa persona tiene probablemente un problema de autoestima muy grande, y sentir auténtica vergüenza ajena.
También he visto personas muy capaces en el mundo de la fisioterapia, pero las ponen a dar clase de pilates máquina con una vaga noción, y terminar lesionando a algún alumno porque no entienden que su cuerpo no es el de su alumno. Las máquinas de pilates las tienes que conocer a fondo, como también a los alumnos, para saber hasta qué nivel pueden llegar. En estas clases había como diez máquinas de pilates. ¡Diez! Eso es una barbaridad para un ejercicio que has de vigilar con mucho cuidado para que nadie se haga daño con la máquina.
Por otro lado, también os digo que me he cruzado con personas excepcionales, bellas, humildes, profesionales, sin ningún tipo de prejuicio, que cuidan a sus alumnos como el mayor de los tesoros, que gastan bromas a sus compañeros, que dedican sonrisas, que comparten sus conocimientos y que lejos de competir te dan la mano. Esos son los auténticos profesionales.
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Un saludito a todas/os.
Namaste 🙏
Inma Martín del Campo