El yoga sigue las enseñanzas del Sämkhya, que divide el universo en dos categorías: puruşa y prakriti. Puruşa es esa parte de nosotros capaz de ver y percibir realmente. No está sujeto a cambios. Por el contrario, prakriti está sujeta a cambios constantes y abarca toda la materia, incluso nuestra mente, pensamientos, sentimientos y recuerdos. Toda prakriti puede ser vista y percibida por puruşa. (El Yoga Sütra utiliza los términos drastṛ para puruşa y drsya para aquello que se ve). Todo lo que cae en el reino de prakriti tiene una fuente común llamada pradhāna, palabra que se refiere a la materia original de la que se forman todas las cosas, el manantial del que fluye toda la vida. Al principio no había conexión entre pradhāna y puruşa. Pero luego se juntaron y germinaron, como una semilla. Esta semilla es prakṛiti. Todo el mundo material creció a partir de esta semilla. Primero vino mahat, el gran principio. De mahat surgió el ahamkara, el sentido del yo. De ahamkāra surgió manas, el poder detrás de los sentidos, y de ahí los llamados tanmatras y los indriyas. Tanmätra se refiere al sonido, el tacto, T.K.V. Desikachar la forma, el gusto y el olor de los objetos materiales.
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