La constancia en una virtud a tratar día a día. Esta nos permite ser más organizados, más sanos, más fuertes, más elásticos, e incluso más positivos. Simplemente hemos de crear el hábito que deseamos incorporar a nuestra vida, como por ejemplo (algo que he experimentado yo misma) asistir a clases de yoga. Cuando comencé a practicar esta actividad, fue porque me lo recomendó mi psicóloga a la edad de quince años, y hoy en día con treinta y ocho lo sigo haciendo. ¿Por qué? Por los beneficios que observaba en mi cuerpo, mi mente y mi actitud ante la vida.
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